jueves, 27 de septiembre de 2012

Cine excesos


El cine de excesos, 
el cine actual 
Por Andrea Soto



   El cine de la actualidad es un cine de excesos, un cine donde predomina la velocidad, la violencia, el color intenso, el sexo, y todo en cantidades excesivas: este es el hipercine. Es esto lo que nos propone Gilles Lipovesky y Jean Serroy en su libro La pantalla global, un tema tan interesante y actual, que no quise dejarlo fuera del contenido de nuestro blog.

   El libro  de la pantalla global, nos ofrece un panorama del cine que se está dando en la nueva era, como los autores mismos designan, panorama digno de discusión y análisis.

    El cine no desaparecerá a pesar del surgimiento de las múltiples pantallas que han aparecido después de la primera gran pantalla, como lo son la televisión, el ordenador y posteriormente el internet; es uno de los primeros argumentos que se nos ofrecen en la lectura, y tras el análisis de estos, podemos darnos cuenta que es bastante lógico que no lo haga. Las mismas revoluciones que ha tenido a lo largo de su historia nos lo demuestran. El cine sigue ofreciendo lo que otras pantallas no nos ofrecen, un espacio de socialización, de recreación y sigue  siendo un arte, medio de expresión para el hombre.

    Las artes han sobrevivido a los avances tecnológicos, adaptando dichos avances a su favor y no rivalizando con estos, por lo tanto, no tendría que ser diferente con el cine. A pesar de que los métodos tradicionales se vayan volviendo obsoletos, ese llamado espíritu del cine seguirá con vida.

   Así pues, el cine de nuestros tiempos es uno muy diferente al de sus primeras épocas, porque así lo es el mismo mundo en el que vivimos. La humanidad cambia, evoluciona, se transforma, así también las expresiones del hombre, así el cine. Es evidente entonces que las películas reflejen ese mundo de velocidad y excesos en el que se vive, es muy congruente hablar entonces del hipercine del que nos hablan Gilles Lipovetsky  y Jean Serro, un cine que atiende a las nuevas necesidades de los nuevos espectadores.

   Sin embargo, ese hipercine del que los autores hablan, tan basado en el momento presente, en lo instantáneo, en el aquí y ahora, parece hablar de algo que se consume y se desecha, cosa que no sucede con todas las películas que se realizan en esta época, y la evidencia está en cómo las personas pueden ver una película una y otra  vez cuando ésta logra atraparlos. El cine de nuestros días puede fabricarse por montones y crearse con la única finalidad de ganar dinero y después desecharlo, pero no siempre es así, existen ciertas creaciones que, siendo películas comerciales o no, no están hechas para ser desechadas, sino por el contrario, para trascender, que al fin y al cabo debiese ser el fin de toda película si consideramos al cine como un arte colectivo  y no como una mera industria.

    Y a pesar de que la necesidad de más velocidad, más color, más imagen, más sonido, más sexo, más sensación, más violencia, sean ciertas, existe aún la necesidad de esas creaciones cuyo placer visual se encuentra en la lentitud de las imágenes, en el contenido y el argumento de la película, más allá de sus efectos o saturación de sexo y violencia. La mayoría de los productos cinematográficos podrán orientarse a este hipercine de excesos, pero es necesaria la variedad de estilos para la variedad de espectadores que no pueden simplemente generalizarse dentro de una gran masa de hiperconsumidores.  Es indiscutible que el cine tiene esa doble función de reflejo de la sociedad en la que vivimos, y de al mismo tiempo, transformar esa realidad mediante su influencia en el espectador.



Así pues, les recomiendo enteramente la lectura de este libro básico del cine actual, para conocer algo más del séptimo arte y la manera en que funciona dentro de nuestra sociedad.






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