El
cine de excesos,
el cine
actual
El cine de la actualidad es un cine de
excesos, un cine donde predomina la velocidad, la violencia, el color intenso,
el sexo, y todo en cantidades excesivas: este es el hipercine. Es esto lo que
nos propone Gilles Lipovesky y Jean Serroy en su libro La pantalla global, un tema tan interesante y actual, que no quise dejarlo
fuera del contenido de nuestro blog.
El libro
de la pantalla global, nos ofrece un panorama del cine que se está dando
en la nueva era, como los autores mismos designan, panorama digno de discusión
y análisis.
El cine no desaparecerá a pesar del
surgimiento de las múltiples pantallas que han aparecido después de la primera
gran pantalla, como lo son la televisión, el ordenador y posteriormente el
internet; es uno de los primeros argumentos que se nos ofrecen en la lectura, y
tras el análisis de estos, podemos darnos cuenta que es bastante lógico que no
lo haga. Las mismas revoluciones que ha tenido a lo largo de su historia nos lo
demuestran. El cine sigue ofreciendo lo que otras pantallas no nos ofrecen, un
espacio de socialización, de recreación y sigue
siendo un arte, medio de expresión para el hombre.
Las
artes han sobrevivido a los avances tecnológicos, adaptando dichos avances a su
favor y no rivalizando con estos, por lo tanto, no tendría que ser diferente
con el cine. A pesar de que los métodos tradicionales se vayan volviendo
obsoletos, ese llamado espíritu del cine seguirá con vida.
Así pues, el cine de nuestros tiempos es uno
muy diferente al de sus primeras épocas, porque así lo es el mismo mundo en el
que vivimos. La humanidad cambia, evoluciona, se transforma, así también las
expresiones del hombre, así el cine. Es evidente entonces que las películas
reflejen ese mundo de velocidad y excesos en el que se vive, es muy congruente
hablar entonces del hipercine del que nos hablan Gilles Lipovetsky y Jean Serro, un cine que atiende a las
nuevas necesidades de los nuevos espectadores.
Sin embargo, ese hipercine del que los
autores hablan, tan basado en el momento presente, en lo instantáneo, en el
aquí y ahora, parece hablar de algo que se consume y se desecha, cosa que no
sucede con todas las películas que se realizan en esta época, y la evidencia
está en cómo las personas pueden ver una película una y otra vez cuando ésta logra atraparlos. El cine de
nuestros días puede fabricarse por montones y crearse con la única finalidad de
ganar dinero y después desecharlo, pero no siempre es así, existen ciertas
creaciones que, siendo películas comerciales o no, no están hechas para ser
desechadas, sino por el contrario, para trascender, que al fin y al cabo
debiese ser el fin de toda película si consideramos al cine como un arte
colectivo y no como una mera industria.
Y a pesar de que la necesidad de más
velocidad, más color, más imagen, más sonido, más sexo, más sensación, más
violencia, sean ciertas, existe aún la necesidad de esas creaciones cuyo placer
visual se encuentra en la lentitud de las imágenes, en el contenido y el
argumento de la película, más allá de sus efectos o saturación de sexo y
violencia. La mayoría de los productos cinematográficos podrán orientarse a
este hipercine de excesos, pero es necesaria la variedad de estilos para la
variedad de espectadores que no pueden simplemente generalizarse dentro de una
gran masa de hiperconsumidores. Es
indiscutible que el cine tiene esa doble función de reflejo de la sociedad en
la que vivimos, y de al mismo tiempo, transformar esa realidad mediante su
influencia en el espectador.
Así
pues, les recomiendo enteramente la lectura de este libro básico del cine
actual, para conocer algo más del séptimo arte y la manera en que funciona
dentro de nuestra sociedad.
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